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2013/04/14


"PNV: lotu zure txakurrak"


El  20 de octubre de 2011 una oleada de alegría inundó los corazones de la ciudadanía vasca sin distinción de ideologías. ETA había declarado su decisión unilateral de abandonar de una vez y para siempre la actividad armada. El momento que nunca veíamos cerca, a veces ni siquiera posible, se hizo de pronto realidad. Ese día todos éramos conscientes de que una vez dejada atrás la violencia habría que trabajar inteligentemente para encaminarnos en la búsqueda de la reconciliación social, de manera que el clima de paz se consolidara definitivamente en nuestro pueblo.

Año y medio después da la sensación de encontrarnos en una encrucijada mientras la mayoría de la ciudadanía aprieta los dientes intentando pensar que, a pesar de las señales preocupantes que se atisban, la incertidumbre será pasajera y no volveremos atrás.

ETA declaró el cese de su actividad más que probablemente forzada por su inoperatividad militar y las nulas posibilidades de hacer política en las que se encontraba la izquierda abertzale. Necesitaban un escenario adornado con figuras internacionales para "vestir" el aterrizaje. Y así se realizó, con la aquiescencia de muchos, a pesar del nulo interés y las trabas puestas por el PP. Si ETA esperaba que Aiete fuera a convertirse en un ámbito de negociación con el gobierno español sobre "las consecuencias del conflicto" después de que el PP arrasara con mayoría absoluta en las elecciones a Cortes, es que dicha organización no es de este mundo o no se entera. Si tras hacerse público en todos los medios del Estado e internacionales que el núcleo negociador dirigente de ETA se encontraba en Noruega, y hubiera manifestado que no reconocía papel de intermediación alguno al grupo internacional de Ram Manikkalingam, pensaba realmente que el gobierno español no iba a pedir su expulsión al gobierno noruego, es que no es de este mundo. Con las inmediatas reacciones desaforadas de los medios de la derecha, ya es algo que no le reclamaran directamente la detención.

La denominada izquierda abertzale comenzó desde el día siguiente a la declaración del cese de la violencia a realizar una transformación de su imagen. Figuras beligerantes y de verbo incendiario se convirtieron de la noche a la mañana en auténticas Santa Teresas. Tamaña disciplinada transfiguración fue agradecida por todos aunque la verificación de la profundidad de la misma quedaba a expensas de lo que ocurriría en el futuro. El pelo de la dehesa no se cae de un día para otro. ¿Se acabarían de verdad las amenazas y los insultos al adversario político? ¿Se acabarían las pintadas y la kale borroka? ¿Conseguiríamos un clima de reconciliación, respeto y paz social ?

La cosa iba bien. Pero en las últimas semanas han aparecido señales de que nos acercamos a una encrucijada, se aprecia una cierta querencia a utilizar puntualmente los instrumentos del pasado. Pintadas en los batzokis, unos cuantos contenedores quemados y salidas de tono de algún vocero oficial.

Alguien podría decir siendo condescendiente que todo se debe a la frustración producida por la falta de avances sobre la resolución de "las consecuencias del conflicto". Sería un error porque ello podría dar pie a que la otra parte, real o interesadamente, pudiera interpretar que la apuesta por métodos democráticos no era auténtica. Pero lo más importante es que esa frustración no estaría en ningún caso justificada ya que en su comunicado ETA habló de unilateralidad a la hora de tomar la decisión. Unilateralidad significa que la decisión de abandonar definitivamente las armas fue tomada únicamente por ETA sin que se condicionara este posicionamiento a postura alguna que tuviera que adoptar un segundo actor. Desde ese planteamiento se hace difícil entender que ETA no haya avanzado en su desmovilización en este año y medio.

Bien es cierto que la actitud del gobierno español y del PP no es de recibo. Seguir actuando como si nada hubiera cambiado no ayuda en nada a que la sociedad vasca recobre la normalidad. Pero Euskadi queda lejos de Madrid y los factores que inciden sobre esa actitud nada tienen que ver con los intereses de aquella. Por una parte el gobierno español considera que su posición es de absoluta preeminencia. Da por finiquitada la capacidad operativa de ETA en el ámbito policial y se considera en poder de los instrumentos legales adecuados para cualquier eventualidad. Y siendo así, teme que cualquier negociación o gesto le acarree una importante pérdida de votos en una complicada coyuntura de gobierno. Por otra parte, la presión de la derecha y sus medios de comunicación para que no ceda ni un ápice en la estrategia del pasado es brutal. Hasta ABC, medio de cabecera del gobierno, llegó a pedir hace una semana en uno de sus editoriales la ilegalización de Sortu y de Bildu. Espero que no se le ocurra al gobierno atender los cantos de sirena de la,ilegalización. Volver a la casilla de salida sería un mazazo para la sociedad vasca. Añádase a ello la presión de algunos colectivos de víctimas que el propio PP ayudó en su momento a crear y la actitud desafiante de muchos presos de ETA ante los tribunales que les juzgan, que tampoco contribuye precisamente a facilitar las cosas. Ese es el panorama madrileño, y no otro.

Aun así, para cualquier observador neutral es de una torpeza supina que el gobierno se niegue a conceder beneficios penitenciarios que están dentro de la ley a los presos de la vía Nanclares, aun cuando estos han cumplido todos los requerimientos a los que la ley les obliga y han llegado a reunirse con víctimas y familias de estas. Si es evidente que la solución en el ámbito carcelario no va a ser colectiva, ¿qué clase de mensaje se está enviando a aquellos presos que podrían estar valorando tomar la iniciativa individual? Una auténtica torpeza sólo comparable a la de no haber aprovechado la sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos para haber dado marcha atrás en la doctrina Parot y hacer así un gesto que en ningún caso podría haber sido achacado a su voluntad.

Así estamos hoy en un momento de impasse, una autentica encrucijada. Esperemos que ambas partes elijan el camino adecuado. La preocupación es que mientras tanto algún descerebrado pueda dar un susto irreparable.

Y en estas nos encontramos cuando un mandato judicial ordena a la Ertzaintza proceder a la detención de un miembro de Segi. Pintadas, insultos y declaraciones salidas de tono contra el PNV. La izquierda abertzale parece seguir sin entender que la Ertzaintza no es el brazo político del partido que se encuentre en el gobierno sino un cuerpo policial que actúa en un marco legal que contempla no sólo la obligación de seguir las directrices del departamento correspondiente sino también, paralelamente, las del poder judicial.  Pero no nos engañemos, en realidad lo entiende perfectamente. Sin embargo, lo utiliza como medio de descompresión del enojo de sus bases para cargar contra quien considera su máximo rival político, EAJ-PNV, aun a sabiendas de la nula responsabilidad de éste.

La izquierda abertzale debería mirarse en su propio espejo cuando escribe en las paredes de los batzokis pintadas como "PNV lotu zure txakurrak". Visto lo visto, más bien le corresponde a ella atar en corto a sus propios canes. Y en su propio beneficio a algunos  debería ponerles el bozal antes de que los ladridos despierten a la bestia que habita en las catacumbas del Estado.

 



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