Agiriak
Iritzia
2007/02/19
LA ECONOMÍA VASCA ANTE SU FUTURO.
Quisiera aprovechar la oportunidad de escribir este artículo para, en primer lugar, destacar algunos rasgos definitorios de la economía vasca en la actualidad y, en segundo lugar, señalar las claves de política económica que es preciso tener en cuenta para garantizar su solvencia en el futuro.
A tenor de los informes de coyuntura económica, el momento en el que se encuentra la economía vasca cabe calificarlo de excelente. El pasado año el PIB aumentó ligeramente por encima del 4%, y la tasa de paro del último trimestre se situó en el 3,4%, alcanzando a la vez un récord de población ocupada.
Este comportamiento económico no es aislado ni novedoso, sino que se viene observando a lo largo de más de una década.
El PIB per capita en términos homogéneos se cifra en torno a 125 (siendo 100 la media de la UE 25), mientras que el correspondiente al conjunto del Estado se encuentra ligeramente por debajo de esta media europea; lo que sitúa, a su vez, a la Comunidad Autónoma de Euskadi a la cabeza de las Comunidades Autónomas del Estado en renta per capita.
Los resultados son análogos si analizamos la tasa de ocupación o la productividad por ocupado.
La elevada apertura exterior es otra característica de la economía vasca. Como corresponde a una economía de dimensiones reducidas, las exportaciones e importaciones no energéticas representan más del 60% de una economía cuya balanza comercial no energética es ampliamente superavitaria. Además cabe destacar que el contenido tecnológico de las exportaciones es cada vez más importante.
Partiendo de estas premisas, el reto de la economía vasca es consolidarse como una de las economías sólidas y desarrolladas en el ámbito de la Unión Europea.
Cómo conseguirlo sería la pregunta relevante a la que nos tenemos que enfrentar.
Las recetas tradicionales no nos valen. No es suficiente haber superado con nota la crisis industrial de finales de los setenta y principios de los ochenta.
Bien es cierto que el fin de la dictadura franquista, la aprobación del Estatuto de Gernika y la vertebración política e institucional de Euskadi con la puesta en marcha del Gobierno Vasco y de las Diputaciones Forales, junto al instrumento estratégico que supuso la recuperación del Concierto Económico, fueron claves para superar aquella crisis y situarnos en el momento presente.
Hoy es, pues, Euskadi una economía más moderna, con una industria que compite en todo el mundo, y con una juventud bien formada. Pero es preciso dar un salto cualitativo.
Hay que instrumentar una política económica que conjugue múltiples elementos, que van desde las clásicas políticas sectoriales a una política social progresista vinculada a la realidad de la población (mayores, inmigrantes, jóvenes, etc.), y a la apuesta firme por unas políticas de I+D+i, y de formación, que se fundamentan en la idea de que el activo más importante de una economía es la capacidad de sus hombres y mujeres.
Es preciso contar con un profundo conocimiento de la realidad socioeconómica sobre la que se ha de aplicar dicha política; lo que exige un fuerte compromiso y una cercanía institucional.
Tan sólo desde el Gobierno Vasco y las Diputaciones Forales pueden ponerse en práctica unas políticas públicas realmente eficaces y eficientes que vayan encaminadas a afrontar lo que el Lehendakari ha denominado como segunda transformación económica de Euskadi, y que nos obliga a establecer la innovación y la formación como los elementos estratégicos de la política económica.
Para ello se requiere de un nuevo marco político. El Estatuto de Autonomía de Gernika ha sido muy útil pero hoy ya no sirve para afrontar estos retos. Unas nuevas reglas de juego que clarifiquen las responsabilidades competenciales, que impidan la aprobación de leyes básicas que desvirtúen el reparto competencial establecido y que redefinan los mecanismos necesarios de colaboración y cooperación interinstitucional desde una posición de efectiva bilateralidad.
Reglas de juego claras, acierto en el diseño de la política económica y la búsqueda de la eficacia y eficiencia han de ser los únicos parámetros que guíen la actividad económica de las instituciones públicas.
Pedro Azpiazu Uriarte
Diputado por Bizkaia de EAJ-PNV en el Cogreso.
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